¿Vendidos al oficialismo? El PAN parece rendido ante el oficialismo
Gilberto Cisnetos
9/30/20242 min read
Lejos quedaron los tiempos en que el Partido Acción Nacional (PAN) era un referente de la oposición del gobierno en México y en la actualidad refleja síntomas de una alarmante decadencia, con líderes sin principios ni valores por defender. El PAN es hoy un partido sin rumbo, debilitado por representantes que priorizan sus intereses personales sobre el bien común. En este contexto, la Cuarta Transformación (4T) de Morena avanza, mientras los principales senadores y diputados panistas se mantienen en un silencio cómplice y en una pasividad preocupante.
Uno de los ejemplos más evidentes de esta crisis interna es el comportamiento de figuras clave como Miguel Ángel Yunes Márquez, un exgobernador de Veracruz que, más que representar los valores tradicionales del PAN, se ha visto envuelto en conflictos de interés y acusaciones de corrupción. Su cercanía con el poder y sus jugadas políticas han manchado la imagen del partido, haciendo evidente que su agenda responde más a intereses personales que a una oposición sólida al oficialismo de Morena.
La bancada del PAN en el Senado y en la Cámara de Diputados está llena de personajes que brillan por su ausencia en el debate público. La falta de liderazgo de sus principales figuras ha llevado a que muchos de sus representantes adopten una postura cómoda y pasiva. Ahí están Kenia López Rabadán, Julen Rementería, Xóchitl Gálvez, Marko Cortés o Jorge Romero, en lugar de ser voces opositoras firmes en la política mexicana, se han conformado con mantener una oposición de bajo perfil, poco efectiva y muchas veces más reactiva que propositiva.
En plena ola de cambios promovidos por la 4T, como la militarización de la Guardia Nacional, la reforma electoral o la eliminación de fideicomisos, el PAN parece carecer de una estrategia clara para enfrentar los embates del oficialismo. Su papel en el Congreso ha sido reducido a una resistencia tibia, incapaz de articular un discurso fuerte que movilice a sus bases o influya en los medios de comunicación. Esta situación refleja una crisis de liderazgo. Los panistas que debieran encabezar una oposición activa se han acomodado a una dinámica de “nadar de a muertito”, cumpliendo con lo mínimo necesario para mantener sus cargos, sin ejercer una verdadera fiscalización o una crítica constructiva al gobierno actual. Las pocas voces que se han atrevido a alzar la voz lo hacen de manera aislada y sin un proyecto común que reoriente al partido hacia sus principios fundacionales.

